Irmeiá Hanabí dijo: "Sobre el monte de Zión, que está desolado, los zorros caminan en él" (Ejá 5). En el día de Tishá Beab leemos el Libro de Ejá y nos lamentamos por la destrucción del Bet Hamikdash, pues el lugar donde se erigía está desolado y los zorros caminan en él. Rabí Iaacob Sucari, Z"L fue uno de los grandes Jajamim de Sham (Damazco, Siria), y elaboró, mediante este Pasuk (versículo), una fábula de la que se puede obtener una profunda enseñanza filosófica.
El Liveatán, que es el rey de la fauna acuática, se enteró que el zorro es muy astuto, y se le ocurrió que si comía su corazón, podía adquirir su inteligencia y picardía. Le ordenó a sus súbditos ir hasta la orilla del mar y traer con engaños al zorro. Llegaron unos delfines a la playa, y le dijeron al zorro: "Hemos venido a hablar contigo". "¿Qué es lo que quieren de mi?", preguntó el zorro. "Nuestro rey nos ha enviado porque se encuentra muy enfermo y está por morir. Y no quiere que nadie se siente en su trono más que tú, porque sabe que eres muy inteligente y podrás gobernar a todas las criaturas del mar mejor que nadie". "¿Y qué haremos, entonces?". "Te llevaremos a su palacio para que hables con él". "¡Eso es imposible! ¡Si me sumerjo en el agua, me ahogaré y moriré!". "No te preocupes: te llevaré en mi lomo, y ni siquiera tocarás el agua. Cuando lleguemos al centro del océano, bajaremos inmediatamente y ahí te encontrarás con nuestro rey". De algún modo, el zorro les creyó, y montó sobre los delfines.
Una vez que estuvieron en altamar, vio que las olas se hacían cada vez más grandes, y que todo aquello que le dijeron se parecía mucho a una trampa. Entonces le dijo el zorro a los delfines: "Escuchen: ya me di cuenta que no tengo escapatoria, y que en cualquier momento me van a matar. Díganme por lo menos para qué me quieren". "Te vamos a decir la verdad", dijo uno de los delfines, "Nuestro rey quiere de ti sólo tu corazón porque es allí donde anida tu inteligencia y astucia. Cuando lo coma, tendrá las mismas cualidades que tú...". "¡Oh! ¡Era eso! ¡Habérmelo dicho antes! ¡Si me llevan así, ahora, el rey se enojará con ustedes!", exclamó el zorro. "¿Por qué dices eso? ¿Qué es lo que pasa?". "Nosotros, los zorros, sabemos que nuestro corazón es muy codiciado. Por eso, cuando salimos a la calle, tenemos la precaución de dejar nuestro corazón en la casa. Cuando me lleven frente al rey se dará cuenta que no tengo corazón, y todo lo que hicieron habrá sido inútil". "¿Y qué es lo que sugieres?". "Si me llevan nuevamente a la playa, puedo traerles mi corazón desde mi casa para que se lo lleven al rey". En ese instante, los delfines dieron media vuelta y enfilaron hacia la orilla del mar. Cuando llegaron allá, el zorro dio un salto, y después de alejarse unos metros para ponerse a salvo, les dijo: "¡Tontos! ¿Ustedes se creyeron ese cuento? ¿Acaso un ser viviente puede vivir sin corazón?" y mientras se escapaba les gritó en tono de burla: "¡Hasta la vista! ¡Y saluden de mi parte a vuestro rey!".
Esto es lo que escribió el Nabí Irmeiá, concluyó Rabí Iaacob Sucari, Z"L, "¿Por qué el Bet Hamikdash sigue destruido y el monte Zión está desolado? ¡Porque los zorros caminan en él! El Bet Hamikdash es el lugar donde se elevan las plegarias del Am Israel. Pero la plegaria no basta con pronunciarla, hay que sentirla; hay que decirla con la boca, pero también con el corazón". En la época del Bet Hamikdash acudían muchos Iehudim a pronunciar la Tefilá, pero hacían como los zorros, que dejaban el corazón en sus casas, y ésa fue una de las razones por la que Hashem destruyó Su Templo. Dijeron nuestros Jajamim que "Toda vez que el Bet Hamikdash no esté construido, es como si se destruyera en ese momento". Hoy en día, el Bet Hamikdash sigue sin construirse. Y para que tengamos el Zejut (mérito) de que Hashem lo reconstruya, debemos elevar nuestras plegarias, y pronunciarlas con concentración, devoción y sentimiento. De esa manera, Hashem concederá todos nuestros pedidos, y veremos pronto la llegada de la Gueulá Shelemá (redención) . Amén
Iorú Mishpateja LeIaacob |
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